lunes, 27 de octubre de 2014

Casas en cumbres de borrasca con Crosby, Stills Nash & Young (y un poco de Bush)

El libro ha permanecido cómodamente ensandwichado entre otros títulos igual de clásicos. Wuthering Heights o Cumbres Borrascosas (prefiero el título en inglés) me ha juzgado por años desde las sombras del librero, hasta que no pude más con la pena y decidí tomarlo entre mis manos: abrirlo, olerlo, sentirlo y sumergirme de lleno en el pasional romanticismo gótico -según wikipedia- de la novela inglesa. Más que nada, confieso que mucha de la culpa la tuvo Kate Bush a quien he escuchado con cierta afinidad últimamente. Por otro lado, una reciente visita a Manderlay me recordó del etéreo poder que ciertos lugares tienen para afectar la psicología de los personajes y del lector. 

     Esta excitada e impromptu visita al blog, fue inspirada por un pequeño párrafo en la segunda página de la afamada novela, el cuál se lee como viene:

"Cumbres Borrascosas es el nombre del domicilio del señor Heathcliff, nombre que expresa perfectamente el tumulto atmosférico a que está expuesto el lugar en tiempo tempestuoso, pero en todo tiempo debe de haber en él aire puro y saludable. La fuerza con que el viento norte sopla por el lomo de los cerros se advierte en la excesiva inclinación de algunos pinos achaparrados, al extremo de la casa, y en una hilera de flacos espinos, todos los cuales extienden sus ramas del mismo lado, como implorando una limosna de sol. Por fortuna, el arquitecto tuvo la previsión de construir sólidamente; las ventanas, estrechas, se hallan hundidas a conciencia en el espesor del muro, y los ángulos están defendidos por grandes salientes de piedra [...] De un solo paso nos hallamos en el salón, sin que antecediese pasillo o vestíbulo alguno. Este salón se llama aquí, por excelencia, 'la casa', y sirve, por lo general, a la vez, de cocina y de habitación donde se recibe; pero sospecho que, en Cumbres Borrascosas, la cocina había sido relegada a otro sitio, porque oí al fondo sonidos de voces, acompañados del tintineo de utensilios culinarios; además, no vi en la gran chimenea instrumento alguno para asar o para cocer el pan, ni recipiente para hervir, ni el brillo de las cacerolas de cobre o coladores de lata, colgando de las paredes. Bien es verdad que a un extremo de la habitación fulguraba la luz, con esplendentes reflejos, en inmensos platos de peltre, entremezclados con jarros y casos de plata, colocados en filas, unas sobre otras, que ascendían hasta el techo en un enorme aparador de roble. Llamaba la atención el aparador, y un ojo curioso podía detallar su anatomía completa, excepto donde la ocultaba un bastidor de madera cargado con tortas de avena; y de un racimo de jamones, piernas de buey de carnero. Encima de la chimenea había colgadas unas viejas escopetas enmohecidas, y un par de pistolas de arzón; y, a guisa de adorno, sobre la leja, tres botes de té pintados con colores vistosos. El suelo era de piedra blanca, liso; las sillas, antiguas, de altos respaldos, pintadas de verde: una o dos, más macizas y negras, se adivinaban en la sombra. Cobijada en un arco que formaba el pie del aparador, descansaba una gran perra de la raza llamada de muestra, de color amarillento, rodeada de un enjambre de cachorros chillones; otros perros se habían acomodado allí donde había más rincones o huecos."

Cumbres borrascosas, Emily Brontë. RBA Editores, S. A., Barcelona, 1995, pp. 4,5.

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"Our House" (Déjà Vu, 1970)
Crosby, Stills, Nash & Young




lunes, 13 de octubre de 2014

Desayuno con José Agustín y nuestra música clásica

El café se terminó mucho antes de que se enfriaran los huevos, por lo que mi pesadumbre no creció tanto, y es que en esos momentos me perdí entre los “Hello darkness my old friend” y los “I’ll guess we just have to adjust”, oscilando de atrás para adelante en el tiempo, admirando la fuerza de la música, haciendo listas y catalogando discos; inspirada un poco en lo que hizo Bloom con los títulos literarios que él jerarquizó en su canon, se anotan una a una en mi cabeza títulos discográficos desde Simon and Garfunkel y (obviamente) los Beatles, hasta Arcade Fire y St. Vincent, pasando por todo lo que hay en medio como Electric Light Orchestra, Miles Davis, Talking Heads, Joy Division, Antony & The Johnsons, White Stripes, etc. Entonces bulle la emoción del por qué y el cómo de las canciones y sus creadores, y quiero comenzar a justificarlas, hasta que me acuerdo que a pocos les ha interesado el proceso; inevitablemente, siempre que esto sucede, termino leyendo La nueva música clásica de José Agustín. Por supuesto hay 66 años entre aquel ensayo y el presente, en donde miles de canciones y discos han marchado frente a nosotros, e indiscutiblemente podría nombrar a varias de estas obras como clásicas y canónicas, dentro de ese mismo concepto que Agustín desarrolla, aunque caprichosamente, a lo largo de su ensayo. Vaya, es el concepto de Bloom muy sui generis, como todo en esta vida, porque mucho de lo que he llegado a escuchar, lo tomo como la representación sintética de la gran belleza cósmica, aunque para muchos otros es la mera representación de basura auditiva. Sin duda, el ensayo es muy importante para mí; no sólo me ha enseñado un mundo de melodías, sino que también hay otros allá afuera como nosotros, que tenemos esta necesidad escuchar música, sentirla, analizarla, debatirla, compartirla, hablar sobre ella, erigirle monumentos y altares, etc., y no sólo consumirla por el bien del consumo. En fin. Sé que quienes hayan leído el ensayo de don José, es porque son como yo. Somos el “I am he as you are he as you are me and we are all together” de esta situación.

He aquí, un pequeño extracto en donde desarrolla una línea del tiempo en la historia de la música.


Flashback w|apologies to old Rabelais

en un principio fueron Leadbelly y Woody Guthrie y Muddy Waters y Billie Holiday y Bessie Smith y Ellington y Gillespie y Monk y Modern Jazz Quartet quienes empezaban a emparentarse con Ravel y Stravinsky y Sibelius y Varèse y así vino Ray Charles y llegó Elvis Presley al lado de Chuck Berry y Fats Domino y Little Richard y engendró a Gene Vincent y a Buddy Holy y vio surgir a Jackie Wilson y a James Brown y a Otis Redding y luego a las Supremes y a los Beach Boys cuando ya existía Bob Dylan quien trascendió a Joan Báez y a Peter Paul and Mary y a Peter Seeger y engendró a Donovan y a Tim Buckley y a Judy Collins y hasta a Leonard Cohen e influyó y fue infuido por los Beatles y los Rolling Stones quienes engendraron a los Kinks y a los Yarbirds y a los Byrds y a los Lovin’ Spoonful amigos de Mamas and the Papas precursores de Greatful Dead y Jefferson Airplane y Butterfield Blues Band que con Blues Project y Big Brother and the Holding Company volvieron a los Stones y Muddy Waters mientras Frank Zappa y sus Mothers of Invention estudiaban a Varèse y con Beatles y Stones se interesaban por Stockhausen y Boulez después de pasar por Bach Vivaldi & Mozart mientras los Doors improvisaban asimilando el jazz y Vanilla Fudge y H. P. Lovecraft conocían a los clásicos y no recurrían a efectos de estudio y Velvet Underground unía a Dylan con Sade y Jimi Hendrix Experience mezclaba a Georgia con Liverpool cuando los Who y Procol Harum y Cream y Pink Floyd experimentaban y dignificaban a Inglaterra y para entonces todas las corrientes podían ser una sola y todos se amaban y no competían y se ayudaban gracias a Maharishi Mahesh y Ravi Shankar y ácido y Che Guevara y Fidel Castro y así hablaban de este mundo y de otros mundos y Fever Tree y Love y Fugs y Blood Sweat and Tears y Electric Flag y Blue Cheer y Janis Ian y Simon and Garfunkel y Steppenwolf y Iron Butterfly y Clear Light y Free Spirits y hasta los Monkees recibían y empezaban a dar lo que ningún otro arte había dado en tan poco tiempo y que al fin se recogió en México donde Angélica María y los Dug Dugs y Javier Bátiz y sus Finks y Mayita y Tijuana Five aprovechaban las experiencias para ofrecer otras y seguir adelante.

La nueva música clásica, José Agustín. En Cuadernos de la juventud, Ed. Imprenta Casas, México, 1968. pp. 11, 12, 13.
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"Oberlippentanz fur Solo Trompet"
Samstag aus Licht, 1983
Karlheinz Stockhausen