lunes, 13 de julio de 2015

De corrupción y mexicanismos: encuentro fortuito con Fuentes Mares y su Mil y una noches mexicanas

"México, cómo me dueles". Una de esas frases que todos gustan de usar cuando dos-que-tres burbujas de mierda escapan de la costra que lo cubre todo en el fondo, hasta la superficie, en donde se hacen visibles para quienes son indiferentes hacia la ominosa presencia de la gran pústula mierdera. Aunque hay quienes se preocupan por regresar a la historia y a la literatura, pocos, que saben la verdad de todo y las noticias de nuestra actualidad ya no les sorprenden: esto es que siempre ha sido así. 
         Increíble es encontrarse textos de más de veinte, cincuenta o cien años de publicación donde describen la carroña que en pleno siglo 21 sigue ocupando puestos de poder, adquiridos a través del sabotaje hacia lo justo, lo democrático (si es que tal cosa existe en verdad) y lo correcto. Será que este es un país destinado a la sangre, porque por la sangre fue tomado y conquistado; por la sangre fue liberado, por la sangre volvió a ser subyugado y así sucesivamente. No emitiré juicios críticos más allá de los que están entre dichos en estas líneas. Sin embargo, seguiré leyendo y tronando la lengua en reprobación de mí misma por saber lo que es la verdad y sólo contentarme con tronar la lengua y escribir unas cuantas líneas dentro de un blog. Quizá algún día llegue en que me toque escribir algo dentro de un libro, para que veinte, cincuenta o cien años adelante, alguien lo lea y diga: "¿en qué chingados estaban pensando?"
         En fin. A lo que realmente quiero llegar es mucho mejor de todo lo que yo o cualquiera pueda decir en este punto. Hace poco hurgando entre los libreros de mis padres, me topé con un libro de José Fuentes Mares, titulado Las mil y una noches mexicanas. En verdad que sólo por el título pica la curiosidad para ser leído; y la portada a manos de Abel Quezada ayuda también. Al abrir el libro encontré una dedicatoria que lo hizo aún más prometedor: fue el regalo que un tío le hizo a mis padres. Tío que durante mis años de preparatoria impartió Historia de México como nunca me la habían mostrado: desde la mirada crítica que todos, en nuestro privilegio del presente, podemos hacer hacia el pasado. Vaya, anécdotas meramente que yo, como fiel creyente en la simbiosis cósmica que rige la vida, me tomo muy a pecho, más cuando los temas de conversación de los últimos días se revuelve alrededor del verdadero gobernante de este país (y prácticamente de cualquier otro, para qué nos hacemos) que es la corrupción. Hasta la palabra provoca que volteemos los ojos hacia nuestro cráneo. Pero he aquí que jamás habrá mejor manera de definirla, sino es a través de la literatura.

"Esta corrupción daña por hoy a casi todos los pueblos del mundo, si bien en el mío, me duele reconocerlo, se ha vuelto mal endémico [...] La corrupción, Señor, es lepra contemporánea, tan contagiosa en lo moral como los azotes de otros tiempos. Mas no permitas que tu inexperiencia en humanas debilidades te fuerce confusiones. ¿Preguntas si corrupto es el homicida o el ladrón, el monedero falso o el salteador de caminos? No, por supuesto que no. Ellos merecen apenas el nombre de delincuentes pobres, Señor, subdesarrollados: exponen la vida en sus fechorías, a parte de llamárseles delincuentes. Los pequeños y grandes señores de la corrupción, en cambio, no arriesgan vidas ni honras: nadie les tiene por malhechores sino por audaces, por maestros en el arte de aprovechar sus oportunidades y por grandes estadistas. En países como el mío, Señor, es un honor estrecharles la mano, sentarse a su lado en los banquetes, llegar a merecer su amistad. Para dejarlo establecido en otro giro, diré que el corrupto es el héroe en las sociedades corrompidas."

          Como Sherezada, el narrador se sienta ante el gran Señor para contarle cuentos sobre México, los cuales se presentan como aspectos deconstruidos históricos y temáticos del país. El resultado es algo irónico, hermoso, surreal y paradójico. Es decir, da justo en el clavo. Por ello el cierre al capítulo/cuento número trece, es maravilloso: el narrador finaliza con una invitación para que el Señor visite México, no sin antes, unas pequeñas advertencias. 

"En primer lugar cuídate de cometer pequeñas infracciones de tránsito o policía, que en punto a riesgos personales suelen ser tan serios como los de cualesquiera otros delitos graves. Al viajar de incógnito puedes incurrir en ellas, mas no te turbes: redúcete a lubricar al representante de la ley, y no intentes pagar la multa pues terminas con tus huesos en la cárcel. Conserva en tu memoria esta regla, aconsejable para cualqueir viajante en mi lejano país: nunca te aventures por la calle sin lubricante suficiente, sobre todo porque allí se lubrican las máquinas tanto para que funcionen como para que no funcionen.          En segundo lugar memoriza el vocabulario mínimo que te proporciono [...] No seré prolijo. Pues en mi país vas a estar pocos días, me contento con allegarte el pequeño vocabulario que te sacará de apuros.

Honesto = pendejo
Muy honesto = muy pendejo
Idealista = demente
Muy vivo = muy ladrón
Vivillo = medio ladrón
Tío Sam = esposo de la Dolores
Gringo = hijo predilecto del Tío Sam
Mexicano = nieto predilecto del Tío Sam
Buen vecino = justamente lo contrario
Buen político = exitoso saltimbanqui
Confiable = obediente
Organizado = manipulable
Positivo = el que engaña o se engaña a sabiendas
Revolucionario = empleado público
Muy revolucionario = empleado público ambicioso
Reaccionario = quien no vive del presupuesto
Mordida = lubricante
Morder = asaltar en poblado o despoblado
Diputado = cumpleórdenes
Servidor público = espejismo
Jijo = hijo
Chingada = madre inmortalizada
Vieja (la) = esposa o suplente de la esposa
Servidor del pueblo = explotador del ídem
Cantar = declarar mediante tormento
Progresista = comecuras
Muy progresista = enemigo personal de Dios
Dios = presidente sin el poder de la firma
Presidente = dios con el poder de la firma
Decreto presidencial = divino capricho
Desprejuiciado = inmoral
Moralidad = romanticismo
Romanticismo = pendejismo
Asno = el mejor amigo del indio
Indio = pretexto para la existencia del INI
Gato = ayudante del señor gobernador
Gobernador = ayudante del señor Presidente
Perro = Colina del

          En tu visita comprobarás, glorioso Señor, la utilidad del vocabulario que te proporciono. De llevarlo contigo estarás en condiciones de interpretar correctamente las noticias de prensa o las conversaciones entre amigos. Por lo demás va a gustarte mi país."



Fuente: Las mil y una noches mexicanas (Vol. I), José Fuentes Mares. Editorial Grijalbo, 1984.

miércoles, 1 de julio de 2015

Simiescas fantasías: una excusa para ver Demon Days Live

Cuando sea grande, más grande de lo que soy ahorita y tenga quizá nietos o biznietos, sueño en que ellos me usen como su fuente "inagotable" de música. Del que los chavalos en aquellos años ya no escucharán; o que si escuchan, muy difícilmente encontrarían por ahí rondando. Entonces dirán: "Vayamos con Nana Rana, ella siempre ha sabido lo que es bueno". Y cuando lleguen conmigo, les pondré los discos que en mis largos y felices años de vida me llenaron de energía, sabiduría, humildad, amor, etc. Acompañando cada canción con anécdotas de cómo las descubrí y qué pasó cuando estaba tal o cual pieza sonando en el fondo. 

     Por ejemplo, recuerdo muy bien cuando vi el Demon Days Live de Gorillaz. Llamémoslo un mágico momento de esos que suceden cuando estás quedando bien con alguien, porque nadie hablaba durante la cita y nos limitábamos a escuchar música, emocionarnos con la canción que seguía a tal o cual, incluso a cantar pedazos. Todo mientras degustábamos anormalmente grandes tazas de café con crema batida y fumábamos cigarrillos, los cuales eran bien vistos frente a la sociedad en aquello días de bonanza. La verdad, este es uno de dos bellos recuerdos de momentos que fueron musicalizados por Gorillaz. La banda está en mi canon por esa y muchas razones más. Sin embargo, el viaje al carril de los recuerdos fue una excusa para compartir el concierto del cual hablo al principio del párrafo. 



Demon Days: Live at the Manchester Opera House (2006)
Gorillaz

lunes, 29 de junio de 2015

El devenir cósmico inspirado por Dave Van Ronk

Nombrar algo como una coincidencia atenta contra toda noción de que el universo está vivo y juega cartas a nuestro favor: es decir, en el gran y vasto cosmos dentro del cual ejercemos nuestra  vida, a veces encontramos atisbos de interconectividad entre nosotros y el tejido inacabable del todo. En resumen, no creo en las coincidencias. Supongo que es de románticos creer lo opuesto, que todo tiene una razón de ser; que las cosas se nos presentan en su momento y que todo está unido, todo tiene que ver. No es necesariamente el destino, pero sí algo que sólo está destinado para nosotros. Sé que parece lo mismo, pero no lo es.
            Hace poco más de un año no tenía idea de quién Dave Van Ronk era, ni que hubiese existido alguien bajo ese nombre, hasta que vi Inside Llewyn Davis(2013), la última película de Ethan y Joel Coen (terriblemente titulada en México como Balada de un hombre común). Un musical de los Coen era ya música suficiente para mis oídos. Entonces iniciaron las melodías, canciones reinterpretadas bajo las voces de Oscar Isaac, Justin Timberlake y Marcus Mumford, entre otros. Una tras otra como granadas que explotan en el corazón, sin caer en cursilerías. Si yo antes amaba el folk, ese fue el mazazo que terminó por hundirme de espíritu en él, considerando que el género para mí era la división cronológica entre Joni Mitchell, Bob Dylan, Cat Stevens o Simon & Garfunkel y Joanna Newsom, Damien Rice, Tallest Mano n Earth, Bon Iver y Fleet Foxes.
            Pero entonces Dave entró al juego y cambió todo. No es que me guste o que lo ame, es que lo necesito. A partir de ese momento todo se convirtió en folk, porque el género más que encerrarse en una categoría, es una narrativa vasta e inacabable (como el universo), en donde se define el significado de la vida… o por lo menos de la mía. Entonces dejaron de ser sólo Joni, Bob y Damien para convertirse en Dave, Woodie, Peter, Paul & Mary, Joan y la realidad de aquello en que yo sólo sé que no sé nada.  Lo que sí sé es que no es el tipo de música que más allá de Dylan, atraiga a las masas. Mucha gente lo estima como aburrido, lento, vacío, incluso irrelevante…
            Después de semanas de espera, por fin obtuve el libro de memorias de Van Ronk, The Mayor of MacDougal Street; y mientras hojeaba como niña emocionada las páginas que me esperan para ser leídas con profundo análisis, este párrafo me saltó a la vista:

"Pop lyrics have tended to be of the most vague and general nature [...] Generally it's pretty mindless, and mindlessness has a certain eternal quality. But the songwriting in the sixties was often very specific, whether it was about politics or about what people were going through in their personal lives. Of course, a lot of that material suffered from its specificity -if you weren't the person who had written it, you couldn't get next to it.”

            En esa especificidad, observada por Dave y tomando al folk como parte de esa música de los sesentas, se sostiene mi argumento de que dicho género contiene el sentido de la vida (por lo pronto, la mía). No es que pretenda hacer un estudio de todo ello, al menos no ahorita en que se entremezcla el insomnio con las alucinaciones que me bailan frente a los ojos; sino que esta confluencia de elementos que se desencadenó hace poco más de un año con la película, va tomando forma y enlazándose con otros traumas que me cuelgan desde hace mucho tiempo. Entre más escucho, más me convenzo. Así que empiezo a saltar entre Dave y Dylan o Dave y Joni Mitchell o Dave y Seeger hasta perder el hilo que lo mantenía todo en su lugar, porque todo se vuelve la cosa en sí y entonces abarcarlo todo es imposible. Por eso digo que no creo en las coincidencias y a estas alturas, ya no puedo identificarlas.  
Así que, regresando a la especificidad con Dave, ya para cerrar. El tema que me atraviesa de oído a oído es “Hang Me, Oh Hang Me”. Este es el tema con el que Llewyn abre la película de los Coen durante una presentación, declarando que si jamás fue nuevo, pero jamás envejece, entonces es una canción folk. También es el quinto track en Dave Van Ronk, Folksinger (1963). Posiblemente haya mejor manera de ejemplificar lo que con muchas palabras y rodeos he escrito hasta este punto, sin embargo, esto es lo que suena justo ahorita. Expone de manera sencilla las decisiones que nos llevan al punto de la justificación, aquella donde el hambre termina por conducirnos hacia la horca: Got so goddamn hungry I could hide behind a Straw […] A rifle on my shoulder and a dagger in my hand […] The last words I heard’em say: Won’t be long now’fore you die / Poor boy, I’ve been all around this world / Hang me, oh, hang me, I’ll be dead and gone / I wouldn’t mind the hanging, but the laying in the grave so long. El hambre como el factor que se toma o no de manera literal. El hambre de no tener el estómago lleno; el hambre de amor; el hambre de la lujuria; el hambre de la ambición, etc.
Concluyendo el discurso verborréico inducido por beber café pasadas las diez de la noche, afirmo que el universo está vivo y sabe quién soy, por ello se mueve de manera que yo me acepte en mi pequeñez para que sea la música la que me engrandezca, siendo el folk, el género por excelencia, del cual aún no sé nada.




"Hang Me, Oh, Hang Me" (Inside Llewyn Davis OST, 2013)

Oscar Isaac



lunes, 5 de enero de 2015

Recuerdos y memoria según Stefan Zweig (extracto)

He aquí que la lectora surge de un mundo completamente diferente al del autor y termina por comprender perfectamente la exasperación de quien narra el hecho. El cuento en general es desgarrador, poético, hermoso y mejor haría en comentarlo, sin embargo, me limito a transcribir tan sólo este extracto que se presenta en el inicio: me vi reflejada en la ironía. 

I was annoyed with myself, as you always are when a failure of some kind makes you aware of the inadequacy and imperfection of your intellectual powers. But I did not give up hope of retrieving the memory after all. I knew I just had to lay hands on some tiny hook, for my memory is an odd one, good and bad at the same time: on the one hand defiant and stubborn, on the other incredibly faithful. It often swallows up what is most important, both incidents and faces, what I read and what I experience, engulfing it entirely in darkness, and will not give anything back from that underworld merely at the call of my will, only under duress. However, I need just some small thing to jog my memory, a picture postcard, a few lines of handwriting on an envelope, a sheet of newsprint faded by smoke, and at once what is forgotten will rise again like a fish on the line from the darkly streaming surface, as large as life. Then I remember every detail about someone, his mouth and the gap between the teeth in it on the left that shows when he laughs, the brittle sound of that laughter, how it makes his moustache twitch, and how another and new face emerges from that laughter –I see all that at once in detail, and I remember over the years every word the man ever said to me. But to see and feel the past so graphically I need some stimulus provided by my senses, a tiny aid from the world of reality. So I closed my eyes to allow me to think harder, to visualize and seize that mysterious hook at the end of the fishing line. Nothing, however, still nothing! All lost and forgotten. And I felt so embittered by the stubborn apparatus of memory between my temples that I could have struck myself on the forehead with my fists, as you might shake a malfunctioning automatic device that is unjustly refusing to do as you ask. No, I couldn’t sit calmly here any longer, I was so upset by the failure of my memory, and in my annoyance I stood up to get some air.

Stefan Zweig, “Mendel the Bibliophile”, The Collected Stories of Stefan Zweig (Pushkin Press), pp. 592, 593.